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Paulina Fariza Guttmann

Un día me animé a mostrar exageraciones y meandros y empecé la revolución de las notas, la voracidad y el lenguaje encuadernado. Desde entonces, en el momento de aparecer en blanco sobre negro debajo de una fotografía más o menos favorable de los perfiles que presento, me pregunto si el reloj del crecimiento es clemente conmigo, si aún soy esa, si me reconozco.

Mis balas son literarias casi siempre, musicales a veces, y teatrales cuando tiene ganas de ser. Se pierden de vez en cuando y otras hacen diana. Soliviantan o hieren, según. Carcajadas de lo que fabulo, casi siempre abrazan al vuelo algún que otro sentido.

Abro hoy paréntesis, para que la bala que lanzo, viaje a su interior ((((((((((((((, y no lo cierro para que se expanda en el planeta de los excursos, las notas al pie y las excepciones y en su recorrido atraviese a alguien la carne, sin dolor, con reconocimiento y risa.

Asunto distinto sería saber si yo, la autora, soy una bala perdida.

Pues puede.

Venga, pues. Sea.

Lleno de aire los pulmones y de orgullo la voz, y me autoproclamo bala perdida en un catálogo de alquimistas de tinta que dicen serlo.

 

Nací en Vinaroz en 1963. De allí me trasladé junto a mi familia a Castellón de la Plana donde viví al olor del azahar de los naranjos en flor toda mi infancia y adolescencia. Años más tarde, me licencié en Ciencias de la Información en la Universidad Autónoma de Barcelona, pero antes de entrar en sus aulas pasé un año de reloj en Eisenstadt, una pequeña ciudad austriaca donde vi caer la nieve hasta bien entrado el mes de mayo. Allí aprendí alemán y la importancia del calor del sol y de los humanos.

En Barcelona, intercalé estudios universitarios con las artes escénicas en su versión más cabaretera y experimental, participé en un espectáculo llamado Chomsky Show, colaboré con el grupo teatral La Cubana y fui parte del grupo vocal Stupendams hasta rendirme a la maternidad y al mundo de la edición casi al mismo tiempo.

Durante años fui editora y centré mi trabajo en títulos de artes escénicas, feminismo y literatura, todo eso fue posible en Alba Editorial donde pude desarrollar una vocación para construir e inventar libros que aún, de vez en cuando, me tira de la manga. Una experiencia fabulosa, lo mismo que la maternidad, que abrigó y nutrió mi persona y obra futura. Aunque a veces autora, madre y editora se pelearan por el tiempo que una robaba a la otra, publiqué la novela Un cuento chino sobre la felicidad y la selección de poemas Inociencia. En 2011, después de que el proyecto editorial de Alba recibiera el Premio Nacional a la Mejor Labor Cultural, la editora necesitó descansar y que la autora recobrara el apetito, fue entonces cuando, en colaboración con la actriz Pepa Lavilla, estrené un pieza teatral titulada Diosas (Deesses), participé en la creación del espectáculo Sin Pausa, del grupo de teatro social ImpactaT y creé e interpreté, junto a Assumpta Cahiguelas, el cabaret titulado La primera vez (La primera vegada), un espectáculo musical para voz y piano.

En estos últimos años en que he vuelto a ser profesora de canto, he publicado también el libro instrumental, Taller de canto, co-escrito con Kirby Navarro y el de poemas ilustrados y musicados Nanas de colores. También he formado parte del grupo de investigación teatral La innombrable de la Sala Beckett de Barcelona y he tenido la suerte de formar parte del espectáculo feminista de poesía y música titulado Páginas Calladas, junto a la arpista Carme Ubach. En 2017 vio la luz un pequeño diccionario de los términos más comunes en torno al movimiento de mujeres escrito con humor que titulé F de feminismos.

La biografía encontrada de Encarnación López, La Argentinita para la editorial Bala Perdida es mi última obra y primera incursión en la biografía literaria.

 

©Foto: Xavier Ros

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