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Entrevista de Teresa Artigas a Paulina Fariza, autora de «La vida encontrada de Encarnación López, La Argentinita

 

¿Quién fue Encarnación López, la Argentinita? Esa es la pregunta que muchos se harán cuando la oigan mencionar por primera vez. Detrás del nombre se encuentra una gran artista muy poco reseñada y, para ajustar cuentas con el pasado, la autora se ha sumergido en un mar de documentación y de conversaciones con estudiosos a fin de rescatar la vida y el legado de la bailarina, cantante y heroína de la Edad de Plata.

El libro recorre la vida de Encarnación López desde su nacimiento en Argentina, hasta su muerte en Nueva York. Deja constancia de su formación como bailarina en Madrid, de sus éxitos en los teatros de variedades de la época y de su enorme popularidad. También desgrana su amistad con Federico García Lorca y su historia de amor con el torero e intelectual Ignacio Sánchez Mejías, junto a quien creó una importante compañía de baile durante la Segunda República. La Guerra Civil empujó a La Argentinita al exilio, donde de la mano de su representante, Sol Hurok, triunfó en teatros europeos y de Estados Unidos, al tiempo que en España se sumía en el olvido.

La biografía que ahora publica la Editorial Bala Perdida es un fascinante recorrido literario por la vida y la obra de La Argentinita, escrita con pluma cuidada y ágil, que consigue sumir al lector en el ambiente de los cafés cantantes y de los teatros de variedades de principios del siglo XX, en los espectáculos populares que con tanto éxito protagonizó La Argentinita y en su azarosa vida privada. La autora abre el fuego para hablar de su trabajo “El proyecto se podía enfocar desde muchos puntos de vista, pero he trazado un hilo narrativo según la documentación manejada. Yo, tal y como hacen los arqueólogos al restaurar las excavaciones antiguas, procuro distinguir con claridad la fabulación de las pruebas de esa intensa vida según los añicos que recojo.”

 

–¿Qué la empujó a escribir una biografía de La Argentinita?

–La curiosidad y la fascinación. Hasta 2011 trabajé en el mundo de la edición, principalmente en la editorial Alba, allí disfruté y aprendí al tiempo que levantaba proyectos muy personales. Entre otras cosas, títulos vinculados a las Artes escénicas. Mi intención de entonces era publicar nuevas biografías de artistas que incluyeran circo, danza, mimo, etc., y buscando información de interés, me topé con la figura de Encarnación López, una mujer que, desde entonces, me sedujo y me intrigó. Su vida, su carrera y la ausencia de referencias en la historia de la cultura me resultó increíble. La idea quedó latente y como me encontré con un puzle incompleto del que apenas quedan testigos vivos, me embarqué en una biografía literaria sobre Encarnación López con esta premisa: ¿por qué La Argentinita, la voz de Lorca en Los cuatro muleros y el Anda jaleo, y la heroína de casi todo el grupo del 27 no está en los estantes de las librerías?  ¿A qué se debe?  Y me lo planteé como un ejercicio de estilo donde primara el equilibrio entre la investigación académica, la ficción histórica y la reivindicación feminista.

–La biografía de Encarnación López nos descubre a una artista emprendedora y a una mujer fascinante, ¿por qué cree que es tan desconocida?

–Eso es lo que yo me planteo al arrancar el relato, porque todo empieza como una auténtica búsqueda de la que hay poca bibliografía, mucho material de hemeroteca, e información muy sesgada y a veces equívoca en internet. Así es que después de sumergirme en el tema, diría que hay muchas razones, pero básicamente creo que ella era la voz escénica de lo que fue la Edad de Plata y aunque en el exilio triunfó, cuando murió, en 1945, y su hermana Pilar López trajo sus restos a España, se la reconoció como artista, sí, pero no como la gran representante de la II República en el exilio que es. Y aunque su hermana Pilar, gran maestra de las mayores figuras de baile español -como Antonio Gades, Mario Maya y tantos otros-, formó compañía y traspasó su legado coreográfico y su forma de hacer, la representatividad de Encarnación quedó en el tintero. Hay muchas otras razones, pero esa sin duda tiene un gran peso. Por otra parte, cuando una hace recuento de los muchos años que han pasado, tal vez haya que hablar de una cierta desidia cultural.

–Escribir una biografía requiere muchas horas de investigación, de entrevistas y de rastreo de hemerotecas, ¿cómo llevó a cabo el trabajo?

–Lo primero que se me ocurrió fue averiguar si había algún familiar de la artista. Localicé una fundación de un sobrino-nieto e intenté contactar, pero sin éxito. Sin embargo, como la relación entre La Argentinita y Federico García Lorca era muy estrecha, y sobre él hay mucha información y documentación, me puse en contacto con varias instituciones relacionadas con el poeta que enseguida me prestaron su ayuda. Por otra parte contacté con algunos especialistas de la época. Me atendió Ian Gibson para despejar algunas dudas sobre su relación. Y pude hablar largo y tendido con la historiadora, Antonina Rodrigo, especialista en Lorca, Margarita Xirgu y tantas mujeres silenciadas de la República, quien, por suerte para mí, conoció a Pilar López, la hermana de la Argentinita y compartió mucho con ella. «Te voy ayudar en todo, incluso te diré cosas que me ha contado su hermana a título personal» me dijo, cuando le hablé del proyecto. Y así lo hizo. Por otra parte, contacté con la documentalista Tània Balló, la autora de Las Sinsombrero, quien recientemente ha puesto en valor a las mujeres, conocidas también como Las modernas, con mucha fortuna. También ella me animó a trazar una constelación de las biografías de otros y a completar el retrato con los pedacitos. «No te frenes por el hecho de que la familia no ayude», me dijo.

–Es decir, que había ganas de que se escribiera esta biografía.

Sí, había muchas ganas, porque además las especialistas de danza con las que había hablado sobre La Argentinita, especialmente Idoia Morga, me comentaron que ellas mismas se cuestionaban dicha ausencia. Es lo que yo me pregunto al principio del libro. Como ya he comentado, fue una figura representativa de la Segunda República, y una grande de la danza, pero cuando se estudia a las mujeres de la época, tampoco es fácil de hallar.

¿Por pertenecer al arte efímero de la danza?

-Justamente, esas cuestiones son parte de una trama que me ayuda a recorrer una vida apasionante, con un trazado casi de novela.

–En su libro recrea tres etapas de la vida de la Argentinita, la de artista de variedades, la de la danza popular de la mano de García Lorca e Ignacio Sánchez Mejías, y la del exilio.

–En efecto, ella empezó su carrera artística muy joven como cupletista y en el género de las variedades. Luego, en 1908, estudió danza, en aquella época se trataba de saber bailar, además de la danza clásica, todos los bailes españoles. Eran bailes populares estilizados que tenían que ver con la llamada Escuela Bolera, una escuela en la que estos bailes tenían un aparato formal que venía del siglo XVII. Por otra parte, cuando era pequeña, era la época dorada de los cafés cantantes en los que actuaban los flamencos más auténticos, Encarnación los frecuentó con su padre y quedó fascinada por ellos.

–Tras unos años actuando en los teatros de variedades conoció a García Lorca. ¿Cree que su amistad con el poeta marcó el rumbo de la segunda etapa de su carrera artística?

–Sí, sin duda pero, también empezó el declive de las variedades y había conocido a Ignacio Sánchez Mejías, su gran amor, que estaba casado. En aquellos años, La Argentinita era portada de revistas, por allí donde pasaba era noticia y además promocionaba marcas, era muy famosa. Al tener esta relación con Ignacio Sánchez Mejías, un torero famoso casado, y además cuñado de Joselito, optó por permanecer en segundo plano un tiempo. Conoció a Lorca algo antes, en 1920, cuando trabajó en la primera obra del poeta, El maleficio de la mariposa, y ya entonces se hicieron muy amigos. Al parecer, tal y como muestran los papeles, Ignacio Sánchez Mejías, Lorca y la Argentinita formaron un trío artístico que se divertía, se quería y colaboraba… Después de retirarse un tiempo, La Argentinita volvió a actuar y grabó cinco discos de canciones populares acompañada al piano por su amigo el poeta Federico García Lorca, con mucho éxito. A partir de ahí, Encarnación empezó a montar coreografías sobre esas canciones y Lorca empezó a incluirlas también en sus obras, de manera que la cosa fue creciendo de una manera natural. Hasta fundar la Compañía de Bailes Españoles. Un hito artístico.

–¿Esta compañía fue obra de La Argentinita, Ignacio Sánchez Mejías y García Lorca?

–Sánchez Mejías hizo la inversión, escribió el libreto y además participaron casi todos los amigos de la generación del 27, escenógrafos y gente vinculada a Martínez Sierra y al Teatro Renovador del Arte. Por otra parte, La Argentinita subió al escenario a esos antiguos artistas de los cafés cantantes que tanto le gustaban y que el torero conocía, en muchos casos, a título personal. Repusieron El amor brujo y contrataron a tres bailaoras emblemáticas, la Fernanda, la Malena y la Macarrona. Hasta entonces jamás se había visto en un teatro, algo tan articulado con un flamenco tan auténtico. Enmarcado en escenografías de vanguardia, el cante y el baile de los cafés cantantes en declive sube a los teatros por primera vez, sentando así las bases de lo que se entiende hoy como espectáculo de danza flamenca. El triunfo fue atronador.

–¿Y tras esta etapa, llegó el exilio?

–Ignacio Sánchez Mejías murió en el ruedo, estalló la Guerra Civil y a Lorca ya sabemos qué le pasó.  Así que La Argentinita se fue de España, empezó a hacer giras europeas y se reencontró con el empresario Sol Hurok quien admiraba mucho su estilo. También estableció contacto con figuras europeas de la danza vinculadas a Diàghilev, fundador de los Ballets Rusos. La contrataron para actuar en Estados Unidos, se instaló en Nueva York y recorrió todo el país con mucho éxito. Con ella estaba su hermana Pilar, Antonio Triana y otros muchos flamencos que vivían en el exilio.

–¿Qué se sabe de la actividad de La Argentinita en Estados Unidos?

–En La biografía encontrada de Encarnación López he trazado un relato desde su nacimiento hasta su muerte de la forma más documentada que he sabido en base a la información que he hallado. La crónica traza un perfil humano con el envoltorio de una investigación periodística y el ritmo de la narrativa, pero siempre con permiso de hemerotecas, cartas y documentos de época, y concretamente de esa época he podido recabar menos información que de las anteriores. No quiere decir que no exista, pero yo no la he tenido a mi alcance.

–Y pese a todo lo que cuenta, ¿La Argentinita es una de las grandes mujeres silenciadas? Difícil de comprender.

–Sí, creo que se conjugan varias circunstancias: el hecho de ser «la otra», amante del torero famoso, lo que la lleva a situarse en segundo plano durante algunos años, y por esa razón acaso los herederos del torero no hayan tenido interés en reivindicarla, puesto que Ignacio Sánchez Mejías llevaba una verdadera doble vida. Por otro lado, detecto que las variedades no se han estudiado a fondo, un género en que las protagonistas eran las mujeres, quienes por primera vez tenían independencia económica y eran el espectáculo en sí mismas. Había un gran plantel de estrellas, y todo eso tampoco está demasiado documentado, ni desde luego reivindicado. Y por último, el tema de la danza, un arte que tuvo su momento álgido en la II República, cuando Antonia Mercé, La Argentina y Encarnación López, La Argentinita, triunfaban por el mundo. Ahora bien, el régimen franquista casi inmediatamente redujo el esplendor de la danza a su práctica en los Coros y danzas de la Sección Femenina. A partir de entonces ya no se buscarán las raíces de la cultura popular española como hacían Lorca y La Argentinita. Y aunque la hermana de Encarnación, Pilar, volvió del exilio en 1945 con su legado dancístico de equipaje, no podía reivindicar a su hermana como la gran bailarina de la República en el exilio, era impensable. Y, claro, los años van pasando y toca poner en valor a muchas grandes artistas. En mi opinión, La Argentinita es ejemplo de gran referente cultural.

–¿Por qué recomendaría la lectura de la biografía de La Argentinita?

–Porque es una lectura apasionante, aunque el mérito no es mío sino de todo lo que vivió y de la época que atraviesa su biografía. La lucha por las libertades, las primeras reivindicaciones feministas, el devenir del flamenco en una sociedad cuya intelectualidad, en parte, lo despreciaba y en parte lo quería poner en valor. El lector descubrirá su trascendencia como artista, y se embarcará en una vida de un dramatismo hoy por hoy difícil de imaginar. Se trata de una mujer muy libre y muy mediática, que debe capear situaciones sobrecogedoras, porque estaba medio en relaciones con Joselito cuando el torero muere en el ruedo. Y con Sánchez Mejías, el cuñado de Joselito, uno de los más afectados por esa muerte, con quien empieza, al cabo de dos años, una relación apasionada, con lo cual hay un elemento de curiosidad casi morbosa. Sánchez Mejías, el gran amor de La Argentinita, también muere en la plaza en 1934 y ella tiene que sobreponerse a todo eso y encima lo hace con éxito. Cuando muere es una gran figura de la danza internacional, muere en un momento culminante de su carrera.

En esta biografía hay, por una parte, un recorrido por el legado cultural que deja La Argentinita, por otra, la faceta humana, la de una mujer moderna, una gran luchadora llena de pasión por la vida y el baile.

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