Pablo Gaudet

A cierta edad uno sabe si va hacia sí mismo o se ha perdido ya en la maraña de los medios seres (o quizás sí lo sabe, pero prefiere callar). Nos sustentamos en lo que queda. La heteronimia, entre otros asuntos (las vidas posibles, el ser todo de todas las maneras, el trazo de una cosmogonía propia, la ficción como verdad, la ascesis vitalista, el hacerse a sí mismo…), es un elogio y un homenaje a la amistad (ya sea ida, perdurable, guadianesca o puntual) y a esta como hermandad sin utilitarismos; esa amistad que se hace en el extremo disfrute de los extremos, es decir, en la libre pertenencia de dejar las mismas pisadas, en el canto de los días parejos y ásperos y sabrosos; en la camaradería del afecto, la espontaneidad y la llaneza; o en la celebración de las epifanías y la juventud. Los compañeros de viaje (aquellos o estos) y buena parte de nuestra educación sentimental: la aventura de saber que fuera de ese núcleo casi todo es mentira, que la certeza se forja de puertas para adentro y, por eso, aparece como gaya ciencia; y, por eso, vibra como festividad, por unidad de siempre. La cofradía anti-envidia, anti-competencia, anti-extrañeza La afinidad de los afines. La nariz de payaso tras la muñeca rusa, tras el fractal (un guiño cómplice). La certeza de estar ahí. La imagen de la especie tan rota en pedazos dichosos (y tan unida), en esa mezcla de júbilos, risas y silencios. Amistad a lo largo…

 PABLO GAUDET (1984, Deià, Palma de Mallorca)

Trabaja como bibliotecario en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de las Illes Balears. Autor de la plaquette, Prodigar el prodigio (2009) y del libro de poemas, ¿Baile de cerezas o polen germinando? (2010), así como de la serie experimental, Videopoemas Cetáceos (2008) y del poema hipertextual, La muñeca rusa (2012). Fue redactor de la revista de poesía Isla Adentro y de revista de teatro Dioniso.