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Entrevista a Rosario López, autora de «Los besos secos» en Somos Malasaña, por José David Jimeno
Rosario López y la literatura en tiempos del confinamiento
Realizamos esta entrevista a Rosario López que acaba de publicar Los besos secos en la editorial Bala Perdida. Los besos secos es una novela que nos habla de amor, de soledad y de la perdida y cómo nos vamos llenando de esas ausencias sin que en ocasiones podamos o sepamos afrontarlas. Con una voz profunda Lucía, la protagonista, trata de recomponer su vida tras el abandono de su pareja. La novela nos sumerge en su pensamiento mientras idealiza, llora, ríe y ama. Una novela llena de poesía y belleza en la que el ritmo de las frases nos descubre una historia de pérdida y superación del dolor.
Este martes a través de Instagram de la librería Cervantes y compañía (live @cervantesycia_libreria) a las 19:00 realiza la presentación de su novela. Una magnífica ocasión para conocer a esta autora con un libro muy recomendable.
—Los besos secos fue publicada justo antes de que se decretara el estado de alarma, supongo que de este modo la promoción del libro se puede complicar. Tu novela ha recibido buenas críticas. Como autora supongo que estarás deseando que se acabe esto para iniciar la promoción del libro. ¿Cómo te planteas los próximos meses una vez finalice el confinamiento?
Sí, presentamos en la librería Cervantes y Compañía el 6 de marzo, que justo fue el último viernes antes de este tiempo que estamos viviendo ahora. El 21 de marzo estaba prevista la presentación en Sevilla, en Casa Tomada, sábado, Día de la Poesía, y ahí quedó pendiente el encuentro con familia, amigos, y con Braulio Ortiz, que era quien iba a presentarme. Lo hará cuando podamos recuperar los encuentros sin riesgo. Cuando eso suceda, recuperaremos también las tertulias literarias alrededor del libro que estaban previstas, las ferias, ojalá que sí. Me gusta mucho encontrarme con las personas, así que estoy deseándolo. Mientras tanto, celebraremos encuentros en Instagram (este martes el primero) y haremos uso de otros modos de estar en contacto y hablar de la literatura y la vida. Lo importante ahora es estar sanos y fuertes, y ayudar en la medida que podamos a garantizar un futuro posible a los espacios que están cerrados ahora, las librerías.
—La novela transcurre en el barrio de Maravillas. La protagonista es una actriz que trabaja de camarera en los bares de la zona y que siente la amenaza inmobiliaria como una parte más de sus problemas. ¿Cómo crees que afectara el confinamiento al barrio?
No sé si habrá una práctica general en el tema del alojamiento, puede que ya se estén reduciendo los pisos turísticos, por ejemplo, que estos pasen a formar parte de la posibilidad de vivir en el barrio más de un fin de semana de fiesta. No sé si se reducirá el precio del alquiler en la zona o se mejorarán las condiciones de ciertos espacios, que a veces no tienen ni ventilación. Lo que sí es seguro es que los cimientos sobre los que estábamos no son seguros. Malasaña ya era un barrio castigado, donde la vejez y la vida despacio cada vez tenían menos cabida. No sé qué habrá sido de mi vecina Milagros, por ejemplo. Y me pregunto qué pasará con los camareros del Pepe Botella. También me consta que hay gente que está haciendo cosas increíbles estos días: cocinando y repartiendo comida entre los vecinos. Amo Malasaña y me gustaría que siguiera viva, muy viva, pero con menos ruido y menos tiendas de comprar por comprar. Me gustaría que siguieran vivas las tiendas de arreglar cosas rotas, la tienda de Macario, las mercerías, las relojerías y la pescadería Salvadores.
—Rosario, desde mi punto de vista Los besos secos es una novela que habla de desamor y de la idealización que hacemos del amor: ¿Se puede salir de esa espiral?
En general, veo en las personas un miedo atroz a estar solas. Acabamos una relación y queremos empezar otra, como sea, con tal de no estar solos con nuestro miedo. Pese a que ya nadie nos indica que el camino natural sea estar en pareja y formar una familia y tener niños, etcétera. A mí me gusta Lucía porque reconoce esa idealización y esa falta de respeto, hacia ella y hacia el otro. No podemos exigir la perfección. La perfección no existe. Ninguna casa es idílica y hay un drama dentro siempre. Queremos tapar la muerte con amores. Y la muerte no se tapa con nada, hay que abrirla y llevarla. Que le dé el aire. Forma parte de la vida. También de las parejas.
—Las redes sociales forman parte de las obsesiones de Lucía, la protagonista. Estos medios nos convierten en ocasiones en escaparates de likes y aprobación social, el confinamiento no ayuda a desconectar. ¿Sientes que las redes sociales nos hacen tener una visión alterada de la realidad?
Muy buena pregunta. No sé bien qué es la realidad más allá de los marcos que hemos puesto a lo bruto para ir viviendo con cierta elegancia. Creo que uno tiene que apostar por escarbarse y ver qué necesita. No ahora, siempre. Ser conscientes de lo que es espectáculo y lo que es verdadero. Ir más a la esencia de las cosas, a lo sencillo, que no es lo simple. Y tener claro que todos somos de carne, imperfectos, que también necesitamos que nos aplaudan. Sobre todo, en momentos débiles. Pero si uno no se lo cree, ese aplauso no sirve para nada. Lo fundamental es que el aplauso vaya a la esencia de lo que somos. Si yo amo escribir y juntarnos y alguien me dice que Los besos secos le ha emocionado, le ha acompañado en este confinamiento, y le ha dado un pedazo de vida más rico, yo debo sentirme agradecida con esa persona, creerme ese aplauso, por la niña que era y que no dejo. Por el niño que es ese lector, aún.
—La protagonista siente la ausencia de las personas que forman su vida, se encuentra aislada de su infancia y de ese mundo que quiere formar. ¿Estamos hechos de ausencias?
Me gusta mucho la manera en la que Darío Jaramillo habla de los recuerdos, él dice que no son recuerdos sino respiración. Podemos hacer lo mismo con las ausencias: respirarlas. Fundamentalmente somos lo que recordamos y lo que olvidamos. Uno también puede elegir qué recordar a diario. Si ahora llueve, me quejo, pido sol. Luego resulta que sale el sol y no me fijo, es una pena.
—En el aspecto literario la novela está escrita casi como un monólogo en que la protagonista discurre entre sus pensamientos, sus obsesiones, la interpelación a otros personajes, la negación o idealización de su vida en ese discurso que tiene la protagonista, ¿qué dificultades encontraste a la hora de escribir el libro?
Lo más difícil de la novela pudo ser juntar la calle con su cabeza. Me preocupaba mucho que los diálogos quedaran de cartón frente al torrente que tiene la voz de la protagonista. Me costó, pero creo que logré acomodarlos dentro del mar de Lucía. La propuesta la vas encontrando a medida que escribes, igual que el lector tiene que ir descubriendo el misterio a medida que sigue el curso de agua que es el libro. Yo quería escribir sobre el amor, porque ya había escrito mucho de la muerte, pero al final descubres que una cosa y la otra están juntas. Don Quijote de la Mancha me ayudó mucho, y se ve en la novela, en la propuesta, en frases, en el final, y La vida perra de Juanita Narboni, de Ángel Vázquez.
—Das clases de escritura creativa, se está produciendo un boom de estos talleres, cuéntanos tu experiencia como profesora.
Dar clases es muy enriquecedor, la verdad. Me fascina el amor de los alumnos por la escritura, la lectura y la literatura. Procuro ir a esa esencia de la que hablamos, entender qué hay de necesario en lo que hacemos. Procuro que no pierdan de vista que esto lo hacen porque quieren. Que escribir es un acto libre y que todo, por mucha verdad que lleve, es ficción cuando escribimos. Son libres, por tanto. Aprenden y disfrutan. Procuro que se lleven la escritura a la calle y la calle a la escritura. Y que desarrollen una mirada particular del mundo.
—¿Qué nuevos proyectos tienes?
Da un poco de vértigo hablar de nuevos proyectos ahora, ¿no te parece? Me comprometo a contártelos cuando haya posibilidad de encontrarnos de verdad, cuando quedemos para firmarte el libro, como deseas. Llámame si lo olvido, no quiero ser quien no disfruta del sol que sale después de la lluvia.
—Recomiéndanos un autor y por qué
Valeria Correa Fiz. La recomiendo porque se nota que es poeta, en su manera de mirar y juntar verdades, que es humana y los humanos primero somos criaturas, que trata con personas, que no tiene miedo a casi nada y ese casi nada lo esconde muy bien. Juega. Juega muy bien. No te desvela jamás el misterio. Es muy buena.
—¿Quieres dar un consejo rápido para la gente que quiere escribir y no termina de plasmar sus proyectos?
Primero que lo hagan solo si no pueden dejar de hacerlo. Después: que se hagan aliados de los objetos. Los objetos te hacen terminar una historia. Si sacas un objeto, tienes que saber qué pasa con él. Leer mucha poesía y caminar. Ser extranjeros de sí mismos. Y si no tienen ninguna fe en la historia que están contando: ponerle un título.
Véase también https://somosmalasana.eldiario.es/rosario-lopez-y-la-literatura-en-tiempos-del-confinamiento/