Operación Bolero-Paprika: Francia en septiembre de 1950 expulsa a cientos de militantes comunistas, muchos de ellos españoles huidos de la España franquista y refugiados en el país galo. Se les acusa falsamente de ayudar en una supuesta invasión soviética de Europa. En una casa en Toulouse en esa fecha irrumpen unos policías de madrugada para detener a uno de estos exiliados españoles bajo la mirada de una niña de tres años. Ella es Olga Lucas (1947), que se convertiría en traductora, escritora y colaboradora estrecha en la obra de su marido, el siempre recordado escritor José Luis Sampedro. Esta historia, los hechos y también las vivencias y las anécdotas, las relata Olga Lucas en su último libro, Tras el telón de acero (las hijas del exilio), de la editorial Bala Perdida, que ayer presentó en el auditorio de A Fábrica en Perillo.
“Más que un ensayo es un anecdotario, no estaba concebido para ser publicado, yo escribía estas historias para José Luis Sampedro que le gustaban mucho. Pero después hubo unos desencadenantes que me decidieron a pulirlo y publicarlo: que siempre me decían que por qué me había ido al exilio, como si fuese una carrera diplomática; y por otro lado por lo mal que se portó Francia con nosotros, cómo oculta este hecho, cuando ilegalizaron el Partido Comunista, acusaron a los españoles que hicieron la resistencia y los expulsaron en 1950 a un segundo exilio, a países del Este, del llamado telón de acero. Primero fuimos a Checoslovaquia y después a Hungría, nos pilló la Guerra Fría y el estalinismo y siempre estábamos en el bando perdedor”, relata Olga Lucas, que al vivir en estos países aprendió varias lenguas eslavas, lo que le permitió trabajar como traductora y locutora de radio.
Lucas no regresó a España del exilio porque nunca había estado (nació en Francia). “No se puede volver a un sitio donde nunca has estado. Yo vine en los sesenta, tenía 21 años. Si me preguntas por la nacionalidad, digo que exilio es una palabra coyuntural y un estar, es casi un estado, el exilio ya es para siempre”, señala la escritora, que subraya cómo los comunistas son los más olvidados de los exiliados e incluso hoy “vuelve el anticomunismo irracional” porque la gente no sabe qué es, está estigmatizado.
“Si es el comunismo de Stalin también lo rechazo, pero si entiendes el comunismo como aportar y recibir según tus necesidades, no. Por eso también quería publicar el libro, porque hoy se desvirtúan los ismos, se llama fascista a Coixet, por ejemplo, una barbaridad”, subraya Olga Lucas, que no ve con demasiado optimismo los tiempos actuales. “Pero hay que dar pie a que se hable de estas cosas, de la historia, de reconocer el sufrimiento de la gente. He conocido lo mejor y lo peor del ser humano”, añade.