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«Niña con monstruo dentro», de Rosa Navarro, en ABC, por Rafael Morales
NIÑA CON MONSTRUO DENTRO
Rafael Morales
Me caben pocas dudas sobre el acierto que ha tenido Lorena Carbajo, directora de la editorial Bala Perdida, con el descubrimiento, porque en el fondo así ha sido, de una narradora de cuentos de primer orden, diferente y nueva. Lo cierto es que Rosa Navarro Romero (1982), manchega de Argamasilla de Alba, aunque nacida en Ciudad Real, había ganado hace ya tiempo el prestigioso premio Francisco García Pavón, pero parecía retirada de la escritura, que se supiera al menos.
No era así, afortunadamente, más bien todo lo contrario, aunque no los publicara, y haya hecho una selección de todos los guardados en el arca de la escritora, y que, me atrevo a calificar, de formidables. Estamos ante una narradora con voz propia y distinta, que escribe del mundo rural, pero no solo, y donde tiene mucha importancia el surruralismo (no surrealismo), como lo definió José Luis Cuerda o realismo mágico manchego (para el que trabajó de actriz encarnando a la Justicia, en ‘Tiempo después’). Estamos ante uno de los libros importantes de cuentos, de esos que llegan con personalidad propia y no se editan todos los días, y que reconcilian al lector con la buena literatura del momento actual. Me atrevería a decir que, en lo tocante al cuento, es lo más sólido y bien escrito que he leído en los últimos años, junto a los cuentos de Sara Mesa.
‘Niña con monstruo dentro’ (2022) reúne diecisiete cuentos en los que predomina el humor (veces hasta lo triste se narra con humor), que surge incluso en cuentos muy duros, aunque prime una mirada troquelada que observa lo absurdo del comportamiento humano. Rosa reúne en su escritura las mejores cualidades de los cuentistas: no hay nadie (no es ni broma ni exageración) que maneje el lenguaje como ella: las descripciones son insuperables, detalladas pero justas, sin una palabra de más, ni una de menos, con una riqueza inusual en el vocabulario, con una adjetivación perfecta, al servicio de la precisión del lenguaje, pero también al servicio de la construcción de la historia. A Rosa Navarro le gustan Lucia Berlin y Raymond Carver, y especialmente Hipólito G. Navarro. También Rafael Azcona. Escribe tan bien como ellos, pero es más pulcra con las palabras, necesita menos espacio para decir más, porque es más precisa también en la construcción de los personajes, algo en lo que muestra un talento formidable.
A esto me refiero cuando digo que el uso del lenguaje está además al servicio de la historia y que contribuye a la perfección de la trama. Cada párrafo es un microrrelato. Rosa Navarro, que parece todo impulso y genio, sin embargo es, como escritora, calculadora, fría, intrigante, manipuladora, y construye la historia con mucho cuidado, planifica los efectos tanto como cuida las palabras en monólogos como el de ‘La vida interior de las plantas de interior’, o en ‘No le saque punta, alférez’ o en esas conversaciones aparentemente triviales, cómicas o ingenuas que de repente se vuelven acciones trágicas, asombrosas, relevantes, siempre inesperadas, como en ‘Planteamiento, nudo y desenlace’, donde el humor y la ironía son geniales. Por cierto, este cuento es todo nudo, no tiene planteamiento ni desenlace. O si los tiene lo son del nudo. Es la perfección al servicio del pasmo.
En cada cuento hay un giro argumental, lo que llaman los jóvenes un plot twist. Y aprovecho para apuntar lo cinematográficos que son estos cuentos, tal vez por el enfoque, el punto de vista y la forma de contar en secuencias y planos. Hay que mirar eso. Todo contribuye a hacernos vivir distintas y opuestas sensaciones, sentimientos de intriga, de miedo, de sorpresa, de desesperanza, de ternura y siempre de humor. Una de las características principales de estos cuentos es que siempre, hasta en los más trágicos, hay humor, es verdad que la mayoría de las veces es un humor muy negro, pero siempre humor. Es marca de la casa. Es un humor complejo, gamberro, no incívico o inmoral pero sí libertino e irreverente.
Los cuentos y las historias han sido concebidas y contadas por una niña (sí, la visión infantil está muy presente, su mirada inocente, el mundo tal cual es a sus ojos) pero con un monstruo dentro, que provoca los giros, las sorpresas, la visión inusual de la vida y de las historias. El monstruo es fundamental porque provoca el accidente, lo extraordinario, lo literario, desautomatiza la realidad y nos ofrece una visión renovada de la misma alejándose del reconocimiento y produciendo verdadero conocimiento. Eso también es el surruralismo de esta espléndida escritora manchega, que ha aterrizado por fin en nuestras letras para quedarse con nombre y con voz propia.
Véase también https://www.abc.es/espana/castilla-la-mancha/toledo/centenario-quijote/nina-monstruo-dentro-20230412205111-nt.html